El punto de vista de partida es que la
tercermundización de Europa es a largo plazo inaceptable, como fue inaceptable
por aquellos pueblos que sufrieron la colonización europea. La diferencia es
que la colonización del Tercer Mundo por Europa fue provisional y no tomó la
forma de una colonización de la población. La otra diferencia es que el
colonialismo europeo fue civilizador, y evidentemente destructor de las
sociedades tradicionales (pero no de sus culturas y religiones), y que su
resultado fue la explosión demográfica del Sur y de Oriente y su incremento de
poder. A la inversa, la colonización de Europa por sus antiguas colonias no
comporta ningún efecto civilizador, tiende a ruinar nuestro equilibrio
demográfico, sobrecarga nuestras economías y destruye nuestras identidades
culturales.
En pocas palabras, la colonización europea fue globalmente negativa, sobre todo
para Europa, mientras que la colonización de Europa por el Tercer Mundo es
positivo para este último y aún más dañino para nosotros. Se puede decir que el
colonialismo europeo y la colonización de Europa son en el fondo un mismo
movimiento de flujo y de reflujo, y que el segundo es la consecuencia del
primero.
Los bien-pensantes han combatido el colonialismo (y el neocolonialismo) en
nombre del principio de caridad, de conmiseración y de amor hacia el Otro, ya
que los Europeos eran considerados culpables de destruir y de explotar todos
los pueblos de ultramar. Pero rechazan admitir que la inmigración y la
colonización de Europa por el Sur y Oriente destruyen todavía más la civilización
europea. Y aún más, se despreocupan de ello. Son xenófilos y etnomasoquistas,
los "porta-maletas" amigos del FLN durante la guerra de Algeria hasta
los lobbies inmigracionistas de hoy.
El destino de las civilizaciones extranjeras les es mucho más preciado que el
de la suya propia. Es necesario hoy invertir las preferencias: solamente debe
contar el destino de la civilización europea y de sus pueblos autóctonos. ¿Qué
nos importan las civilizaciones, pueblos o las culturas extranjeras? Es por
nosotros mismos que debemos combatir, y no por la humanidad. Seamos al fin
etnocéntricos.
Esta posición no significa que los Europeos deban desinteresarse por la suerte
global del planeta. En el "mundo llano", donde todos los pueblos son
interdependientes, hace falta resolver conjuntamente aquellos que son los
conflictos de interés y de poder, las cuestiones centrales tales como la
protección del entorno natural y del ecosistema o la prevención de las guerras
nucleares. Pero nuestro cuidado respecto del destino de la humanidad está
subordinado al nuestro propio.
Este es el principio de la subsidiariedad aplicada a la medida de la humanidad
en la que cada uno está en su sitio, cada uno es responsable de su sociedad, de
sus costumbres, del estado de su cultura; pero cada uno es corresponsable del
planeta, de Gaia, de esta bola azul y minúscula que rueda en el universo.
Estamos todos embarcados en la misma nave, a la vez solidarios y adversarios.
Debido al hecho de la naturaleza humana, la cooperación de las civilizaciones,
y los grandes bloques étnicos deben parecerse a una paz armada. El
expansionismo irresponsable del islam o de los Estados Unidos, universalismos
proselitistas poco cuidadosos de la diversidad humana, monoteísmos fanáticos,
no saben admitir más que la ley de la fuerza. Esto es porque la civilización
europea debe restaurar su poder, y primero su identidad, es decir, proceder a
una reconquista de su propio espacio. Reconquista cultural y reconquista
física. Purga del alma, y purga del cuerpo.
Creer que se podrá limitar la colonización, dirigirla, creer que las minorías
no devendrán mayorías; creer que no nos arriesgamos a ser sumergidos en dos
generaciones si el sistema actual perdura, todo esto surge de los sueños
despiertos.
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