Habitamos muchos el Planeta Tierra. Las telecomunicaciones han
provocado un conocimiento extensivo e intensivo de casi todos sus
segmentos sociales entre sí, por alejados que estén, geográfica,
sociolaboral o económicamente. El barucho más inmundo del desierto y el
hotelito de Aguascalientes cerca de Machu Pichu tienen conexión y
conocimiento de la Liga de fútbol y de las series de televisión más
famosas.
Tienen, todos, siquiera un rato, una
ventana abierta a un mundo variado, multicolor, exitoso y deseable. Los
ya asentados gozan de privilegios inimaginables para la mayoría de la
población mundial. Un mendigo de Europa es ‘clase media’
comparativamente para grandes zonas del Planeta. Amén de que siempre le
asistirá el derecho de ‘furtum famelicus’, lo normal es que, si quiere,
tendrá una comida y un techo –asumiendo ciertas obligaciones y
disciplinas– en algún local de asistencia social, sea público, solidario
o religioso. Pero no me apartaré del tema esencial. El Nuevo Orden
previsto por la ‘alta gobernanza’ será como sigue en tres ámbitos:
financiamiento/ahorro, inteligencia/cultura, ocio/escala social:
Primera directiz
En el ámbito financiero el sistema será
comunal, sistémico, global. El ahorro individual requiere disciplina,
autocontrol y, por tanto, libertad. El ahorro sirve para emanciparse,
dirigir tu vida y tus acciones individualmente con libertad. Sin dinero,
no decido; voy donde está y lo debo. Soy sumiso y obediente, ya sea
individual o colectivamente. El ahorro sirve para comprar cosas,
disfrutarlas y hacerlas tuyas. En el nuevo modelo, el sistema ahorra por
ti. No te esfuerces, no sufras ahorrando, el sistema lo hace para ti,
TE LO PRESTA. El ahorro exige pensar y sufrir y, por ello, decidir en
qué te lo gastas es un acto complejo y nada arbitrario. El modelo de
consumo constante y sin consciencia es contrario al ahorro. Quien ahorra
y sufre para ello no gasta de manera insensata.
El Nuevo Orden ahorra para todos al
tener en sus entrañas el dinero de todos y, si lo necesitas, te lo
presta. Sin muchos problemas, con facilidad y sin miramientos. Han
creado el producto perfecto para ello, un habilitador de préstamos
personal que siempre puedes llevar contigo: la tarjeta de crédito y,
pronto, el móvil o celular. En breve, cuando terminéis de cenar o al
comprar unas zapatillas, el empleado os preguntará, ¿cuántas cuotas? Y
pagaréis el más pequeño consumo con un crédito a 6 ó 12 meses. No
ahorres, te lo presto yo. Además, para los reacios, habrá también
justificaciones económicas ‘inteligentes’: una inflación depredadora que
aconseja pagar con un préstamo a tipo, más o menos bajo para, según
ellos, batir a la inflación. El Nuevo Orden ahorra por ti, el dinero de
todos accesible –dicen– a todos por virtud del préstamo. Ahorro
colectivo encauzado en el sistema financiero para aprovechamiento
individual. Las cajas de ahorros, en esa cultura, no tienen cabida.
Segunda directriz
No acumules información, no te
esfuerces, no memorices; lo hará el Nuevo Orden. La cultura, la
información, la autodisciplina genera seres racionales complejos e
independientes. Con Google, Wikipedia, Facebook, etc… ya está resuelta,
nosotros acumulamos el saber, los datos esenciales y necesarios para que
tú sólo ejecutes. Si yo te doy los parámetros fundamentales, actuarás
en una determinada dirección. Ley causa-efecto. Yo, el Nuevo Orden,
definiré qué paso, cómo, quién fue el protagonista, quiénes los buenos y
quiénes los malos, dice el Nuevo Orden. Tú no pienses, ya lo hace el
pensamiento colectivo por ti. Tú, disfruta, actúa, gasta y endéudate.
Pídeme un préstamo. Y si quieres o no sabes algo, pregunta y, en
segundos, te contesto.
Tercera directriz
Pero el préstamo dinerario tiene
límites, la realidad se impone y mi vida puede no ser tan atractiva.
¿Cómo soporto la realidad desesperante que no me permite avanzar? El
ocio. Pero un ocio interactivo que además me permita la ensoñación de
que existe un recorrido corto para prosperar y encontrar la dicha
completa. El deporte unido a las apuestas. Chillo, lloro, salto, me
alegro, me apeno y… puedo hacerme rico y salir de mi triste destino con
una modesta apuesta. Mejor aún, apuestas sin anestesia. Casinos,
quinielas, carreras de galgos, apuestas, apuestas, apuestas… El atajo
popular para el éxito. Antes eran las guerras, el mayordomo conocía y se
casaba con la marquesa… ahora, una simple e incruenta apuesta. Este
modelo requiere cierta inseguridad sociolaboral y una aparente seguridad
sistémica. El modelo debe garantizar que no exista alternativa política
armada. Se acabó, ni IRA, ni ETA, ni FARC, ni Senderos Luminosos…Por
supuesto que habrá violencia callejera y, sobre todo, delictiva, con
robos y hurtos. Pero para eso tenemos una eficiente y esforzada policía.
No ahorres, no acumules capital. Ni
libertad. No estudies, no acumules sabiduría. Ni libertad. No te
esfuerces en exceso, apuesta por los que lo hacen para todos y, además,
te divierten: los deportistas.
El campo de pruebas ha sido un
territorio equidistante: América. Multirracial y multicultural. No es
sólo zona eurohispana, también está cerca de Asia. Pero como los valores
de la hispanidad bien concebida podían trastocar el diseño, había que
reventar la cuna de los valores. Arruinarla, demonizarla y, por fin,
rescatarla.
Y, en este nuevo horizonte, ¿qué hacemos? De momento, preparar nuestro país para la arremetida. Primum vivere…
En Ausbanc vamos a trabajar por un
sistema financiero útil, con productos útiles, transparentes y eficaces.
Nos volcaremos en el tema hipotecario: está en juego el derecho a una
vivienda digna. Pondremos nuestro leal saber y entender, unido a nuestra
experiencia a favor de la recuperación de los ahorros dilapidados en
preferentes, deuda subordinada y cuotas participativas y, demandaremos
las operaciones bursátiles que engañaron a los ahorradores. Vamos a
trabajar, como siempre, desde hace 26 años, por los españoles. De uno y
otro lado del Océano. Viva La Pepa.
Luis Pineda, presidente de Ausbanc
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