TURQUÍA EN LA UE NO


NO A LA ENTRADA DE TURQUÍA EN LA UNIÓN EUROPEA (I). MOTIVOS PARA UNA NEGATIVA




En su reciente visita a España, el primer ministro turco, Recep Erdogan, ha recogido el compromiso y el apoyo del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a la candidatura de ingreso de su país en la Unión Europea. En este asunto, como en tantos otros, Rajoy marca una línea de continuidad con la política exterior de Rodríguez Zapatero. PP, PSOE y todos los partidos del arco parlamentario son favorables a la presencia de Turquía en el marco de la Unión.
Rajoy, y el resto de dirigentes de la Europa comunitaria, evidencian de nuevo la fractura entre la sociedad real y la sociedad oficial. Las encuestas realizadas hace no mucho tiempo reflejaban que la inmensa mayoría de los españoles están en contra de esta hipotética incorporación turca.  Coinciden los analistas en que fue precisamente este rechazo lo que motivó el voto en contra al Tratado de Lisboa en Francia y en los Países Bajos, recordemos que en estos últimos el “No” llegó a los dos tercios de los votantes.
Después de algo más de un año de paréntesis, debido al cambio de política exterior en el Gobierno de Ankara y su apuesta por el neootomanismo, el ejecutivo turco ha vuelto a llamar a la puerta de Bruselas.  La entrada de Turquía en la UE supondría el mayor golpe contra las instituciones europeas, cuestión que por su transcendencia, esta cuestión va a convertirse en prioritaria en los próximos años. Es conveniente elaborar una batería argumental sólida y coherente para transmitir a la opinión pública la dimensión e importancia de este grave problema.

Argumento territorial. Turquía basa sus pretensiones de entrar en la UE en tener una pequeña parte de su territorio –23.700 km2- en nuestro continente, aproximadamente un 3% de su superficie. Un argumento que incluso oímos a los políticos españoles, que parecen olvidarse de que un 2% del territorio español está en África (Canarias, Ceuta y Melilla) y no por eso España puede ser considerado un país africano. Algo similar, pero mucho más desequilibrado, pasa con Dinamarca y Groenlandia, pero no creo que el gobierno de Copenhague pretenda formar parte de la Unión de Estados Americanos (UEA).
Hay que señalar que la llamada Turquía europea es la histórica Tracia oriental. Sólo un enfrentamiento entras las potencias europeas, evitó que en siglo XIX ese territorio fuese arrebatado al control otomano, completando la liberación de los Balcanes, e incorporándolo a Bulgaria o a Grecia.

Argumento conceptual Sin duda el más importante y al mismo tiempo fácilmente rebatible. Oímos a la oligarquía político-mediática afirmar que si “Turquía se occidentaliza deberá formar parte de la UE”. La pregunta es ¿y si se occidentaliza Marruecos, o Egipto o Kazastán?, ¿también pueden integrase? Absurdo.
Ser europeo es participar de un patrimonio común histórico-cultural, del que no se puede formar parte “occidentalizándose o no”. Europa es una realidad identitaria definida, no una serie de “valores occidentales” a los que cada uno se adhiere de forma caprichosa y temporal.
Éste es el mismo principio de la “ciudadanía de papales” hoy tan defendida por los partidos políticamente correctos. Que dan DNI y nacionalidad a todos los que “compartan unas normas de convivencia” (que normalmente tampoco comparten), independientemente de su origen. Una vez más, identidad contra mundialismo cosmopolita. La misma dialéctica en distintos niveles.

Argumento demográfico Si se incorporara a la UE, Turquía sería hoy mismo el segundo Estado más poblado de la Unión. Con sus 72 millones y medio de habitantes, sólo estaría por detrás de Alemania. Con su altísima tasa de crecimiento demográfico, vertiginosa comparada con el retro de Estados de la UE, en 2018 estará cerca de los 100 millones de habitantes, muy por encima de Alemania y de cualquier otro miembro europeo.  Eso significa que sería el Estado con mayor representación en el Parlamento de Estrasburgo, en el que se formaría un grupo parlamentario islamista de gran importancia.
Hay que recordar que la Constitución turca contempla la posibilidad de dar nacionalidad turca a todos los habitantes de los estados turcófonos del Asia central que lo soliciten (Uzbekistán, Turquemistán, Kazastán, Tadjikistán o Kirguizia). Unos 100 millones más de habitantes que si Turquía fuese miembro de la UE, podrían adquirir también la ciudadanía comunitaria.
Según estudios publicados, si Turquía entrase en la UE, aproximadamente un tercio de su población emigraría a Europa occidental, donde podrían instalarse sin el menor problema al ser ciudadanos comunitarios de pleno derecho.

Argumento sanitario. La Unión Europa tiene los llamados Puntos de Inspección Fitosanitarios (PIF) donde se controla y garantiza la seguridad y salubridad de los alimentos  que llegan a nuestro territorio procedentes  de terceros países. Dado que los países no comunitarios (entre ellos Turquía) no tienen las mismas garantías de producción e inspección higiénica, los controles a los que se someten estas mercancías perecederas en los PIFs se basan en criterios muy rigurosos con el fin de asegurar la protección de la salud de los ciudadanos europeos, siendo muchos de ellos rechazados por no cumplir los requisitos exigidos. La entrada de Turquía en la UE, provocará que sus productos ya no pasen estos controles y  supone que los alimentos que importan en la UE de ese país (avellanas, garbanzos, pistachos, caracoles, lentejas, etc.) llegarán a las estanterías de nuestros supermercados sin ningún control sanitario previo, ni por parte de los productores turcos, ni de las autoridades comunitarias que ya no tendrán potestad de revisar unas mercancías producidas en el interior de la UE.

 Argumento geopolítico Bruselas debería cortar cualquier conversación con Ankara mientras Turquía siga ocupando militarmente el norte de un estado miembro de la UE como es Chipre.  Lo contrario es una humillación diplomática y una intolerable muestra de debilidad.
Por otro lado la entrada de Turquía en la UE supondría que ésta se subordinase aún más a los intereses de la OTAN y los EEUU. Recordemos que Turquía es el segundo ejército de la OTAN y mantiene una alianza preferencial con  Washington.
También hay que señalar que con la incorporación de Turquía, la UE haría frontera con países tan conflictivos e inestables como Irak y Siria y incluiría en su seno al Kurdistán turco.  Una permanente inestabilidad y crisis prebélica que afectarían de lleno a toda la Unión Europea.

Argumentos de seguridad ciudadana. Desde 2004, el tráfico de heroína a través de los Balcanes ha explotado: 4 toneladas de heroína atravesaban la ruta balcánica en 2003, en 2004 pasaron a 10 toneladas; desde entonces el tráfico mantiene un constante aumento. La mafia turca es la encargada de la producción y el tráfico de esta mortal sustancia. Según Scotland Yard “la mafia turca es la organización más mortífera que actúa en el Reino Unido”, señalando que 3 ó 4 familiar turcas controlan el 80% del marcado de la heroína en las islas Británicas. Un porcentaje similar al del resto de países comunitarios.
Una mafia turca que siempre ha tenido implicaciones claras con las autoridades estatales turcas y que, ahora podría establecerse en Europa sin el menor control fronterizo.

Tras la lectura de estas líneas, nadie puede ignorar la importancia de la vital cuestión a la que nos enfrentamos todos los europeos. Los identitarios somos de nuevo la primera línea de resistencia ante esta enloquecida decisión de nuestros políticos de pretender abrir las puertas de Europa al caballo de Troya turco.

Enric Ravello

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